Un hábito es un comportamiento o acción que se repite con regularidad, a veces sin ser conscientes de ello, y que ha pasado a formar parte de nuestra rutina diaria. Desde una acción tan simple como cepillarse los dientes antes de acostarse, hasta una rutina más compleja como hacer ejercicio todos los días, los hábitos dirigen nuestra vida en todos los ámbitos.
Para un cirujano los hábitos son especialmente importantes debido a la naturaleza de su trabajo y a la responsabilidad que ostenta. El quirófano es un espacio donde la actividad suele volverse reiterativa por lo que desarrollar buenos hábitos quirúrgicos te permitirá automatizar procesos y desempeñar tu trabajo de manera más eficiente y segura.
Índice de contenidos
Cultiva bueno hábitos quirúrgicos
Durante la residencia integrarás progresivamente hábitos que definirán tu forma de trabajar y que procederán en gran parte de aquellos de los que aprendes día a día. Esos hábitos pueden ser buenos o malos y serás tú quien conscientemente deberá decidir cuáles cultivar.
Es trascendental que desarrolles buenos hábitos desde un primer momento porque luego te resultará muy difícil cambiarlos. Pregúntate en todo momento qué haces, por qué haces lo que haces y cómo podrías mejorarlo.
No te traiciones a ti mismo convirtiéndote en un cirujano mediocre y acomodado, que prefiere hacer las cosas mal a realizar un ejercicio de autocrítica y esforzarse por mejorar cada día. Créeme que tus pacientes y tu yo futuros te lo agradecerán.
Existen buenos hábitos que han pasado a ser parte del protocolo en cualquier parte del mundo y que a ningún profesional se le ocurriría obviar. Por ejemplo, el lavado de manos o vestirse con un equipo de protección antes de empezar una intervención quirúrgica.
Sin embargo, hay otros buenos hábitos que dependen de cada uno, y por muy pequeños que parezcan, sumados en su conjunto y repetidos día tras día, acabarán por desmarcarte.
Si logras ser 1% mejor cada día durante un año, terminarás siendo 37 veces mejor al final del período. Por el contrario, si deterioras tu conducta 1% cada día, al final de un año habrás llegado casi a cero. Lo que empieza como una pequeña ganancia o una pérdida insignificante, se acumula con el tiempo y se convierte en algo grande.
James Clear, Hábitos Atómicos
Ejemplos de buenos hábitos quirúrgicos
Me gustaría compartir algunos hábitos que considero buenos e intento cultivar todos los días, fruto de mi experiencia personal y de la de aquellos con los que he aprendido. Estoy convencido que mejorarán tu práctica quirúrgica.
Mentiría si dijese que los cumplo a rajatabla, pero siempre los tengo presentes y me ayudan a orientarme cuando me desvío del camino que considero correcto.
Espero que te permitan entender mejor el concepto de buen hábito quirúrgico que intento transmitir en esta entrada.
Habla con tus pacientes antes de la intervención
Tener unas breves palabras con tus pacientes justo antes de pasarlos a quirófano les ayudará a reducir su ansiedad y aumentará su confianza contigo y con el resto del equipo quirúrgico. No siempre el cirujano que los ha atendido previamente en consultas es quien luego les operará, lo que puede ser un factor estresante.
Asegúrate de que comprenden su diagnóstico, lo que va a suceder durante la cirugía y dales la oportunidad de hacer preguntas y expresar cualquier preocupación o miedo de última hora. Ya habrán sido informados en consultas de todos los detalles de la intervención y habrán firmado el consentimiento. No obstante, ¡pueden haber pasado meses desde la última consulta con un cirujano!
Además, es una oportunidad para obtener información importante sobre su estado de salud actual y realizar una breve exploración física que pueda afectar al planteamiento inicial de la intervención. Por ejemplo, imagina una paciente que va a ser intervenida de una colecistectomía laparoscópica por una colelitiasis sintomática y antes de entrar a quirófano cuenta una clínica de colecistitis aguda iniciada hace pocos días. ¡Probablemente entres a quirófano en guardia ante una intervención potencialmente más difícil!
No se trata de hacer el trabajo de anestesiología y enfermería, sino de complementarlo y contribuir a una asistencia humana, integral y de mayor calidad.
Llega al quirófano con antelación
A pesar de que un equipo esté acostumbrado a realizar un determinado procedimiento, no hay dos intervenciones quirúrgicas iguales porque no hay dos pacientes iguales. La presencia del cirujano es importante antes de cada intervención para dar las indicaciones oportunas al resto de compañeros, explicar las previsiones de la cirugía y resolver las dudas quee puedan surgir.
Anestesia puede modificar su proceder en función de tus comentarios. Por ejemplo, realizar una intubación en lugar de una sedación, reservar una cama de reanimación, colocar una vía central o pinchar un bloqueo.
Enfermería prepara y organiza el material quirúrgico. Si llevan tiempo en el mismo puesto de trabajo probablemente ya conozcan lo que vas a necesitar, pero cada cirujano y cada caso es diferente. Avisar con antelación y especificar qué es lo que necesitas cada vez evitará retrasos durante la cirugía.
Cuando los celadores posicionen al paciente es fundamental que estés delante y des tu feedback. Un paciente mal posicionado unos pocos centímetros puede entorpecer una cirugía. Estar operando 3 horas incómodo es una tortura evitable y movilizar al paciente una vez empañado es muy engorroso. Por no hablar de problemas graves como caídas de la mesa de quirófano.
Hay otras tareas que puedes realizar si estás antes en quirófano y ayudarán a que todo fluya: sondaje vesical, obtener vías sanguíneas, rasurar y pintar el campo quirúrgico, rellenar los papeles de anatomía patología y/o microbiología, colocar bien las pantallas, las luces y la torre de laparoscopia, abrir las imágenes del TC o la RM (en caso de ser necesario), preparar la grabación del video, etc.
Cada contexto es diferente y habrá excepciones, pero por lo general llegar a mesa puesta al quirófano (con el paciente anestesiado y posicionado y el campo quirúrgico colocado) es una mala costumbre.
Pregunta a anestesia antes de empezar
Cuando era residente de primer año, hubo un día en que empecé a drenar un absceso perianal sin que anestesia me hubiese dado el visto bueno. El paciente se encontraba en posición de litotomía y habían colocado un paño entre dos goteros para impedirle ver el campo. Sin embargo, esto me impidió a mí ver si estaba sedado, así que después de prepararlo todo, tomé el bisturí frío y allá que fui. ¡Como grito el pobre hombre! ¡Como se enfadó la anestesista!
A veces el paciente no está adecuadamente anestesiado y/o monitorizado porque han surgido problemas que necesitan ser solucionados. En otras, como en mi ejemplo, puede que anestesia esté esperando tu pregunta para pasar al siguiente paso.
Por todo ello, antes de empezar cualquier intervención y realizar una agresión quirúrgica sobre un paciente, pregunta al anestesista si puedes empezar. Es una costumbre sencilla, pero evitará malentendidos.
Protege siempre las agujas
Cuando estés suturando y tengas en la mano un portaagujas con una sutura, si la aguja no está atravesando tejidos, protégela. Para anudar, durante los tiempos muertos, cuando devuelvas el instrumental a enfermería, cuando dejes el portaagujas a un compañero… ¡Siempre!
Evita pinchazos innecesarios, tuyos y de tus compañeros. Evita serologías y visitas a medicina preventiva. ¡Conozco el caso de un compañero que tuvo que llevar profilaxis postexposición con antirretrovirales al pincharse con un paciente VIH!
Para ello basta un gesto sencillo, breve y elegante: gira la aguja haciendo que su punta quede protegida por la propia articulación del portaagujas.
Practica una cirugía sostenible
En la actualidad, tenemos una gran cantidad de avances en el campo de la cirugía que nos facilitan y agilizan el trabajo. A modo de ejemplo, podemos usar un bisturí eléctrico y ligaduras para cortar el mesenterio, pero un sellador de vasos como el Ligasure nos permite avanzar mucho más rápido. Ahora bien, elegir una opción u otra supondrá una diferencia de cientos de euros.
Es importante encontrar un equilibrio entre la comodidad y el ahorro cuando estemos en quirófano. Aquellos que trabajan en la medicina privada lo tienen muy presente ya que lo ven reflejado directamente en sus beneficios. Sin embargo, en la sanidad pública la responsabilidad se diluye. A nadie le pagan menos por gastar más, lo que muchas veces deriva en abuso y desperdicio.
¿Alguna vez has visto cortar un apéndice no complicado con una endograpadora? ¿Y abrir una malla de más de mil euros que luego no se utilice? Estos son casos extremos, pero suceden con frecuencia porque no se tienen claros los principios éticos y se prioriza la comodidad o la velocidad por encima de todo.
Es importante recordar que, aunque tenemos a nuestra disposición una gran cantidad de avances tecnológicos, debemos usarlos de manera responsable para reducir en la medida de lo posible su impacto económico y medioambiental.
No informes a los familiares hasta que el paciente esté despierto
Último paciente de la tarde. Terminas la intervención y sales escopetado a informar a los familiares para después irte a casa, pero el paciente sigue todavía en quirófano anestesiado. ¡Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado!
Hasta que no despierta un paciente, no termina la intervención. «Todo ha ido fenomenal», informas tú. Pero a los pocos minutos llega la anestesista y les dice a los familiares que fue una extubación difícil porque tuvo un laringoespasmo y permanecerá en sala de reanimación.
No tengas prisa por informar. Siempre puedes aprovechar el tiempo que tardan en extubar al paciente para realizar el informe de alta, la hoja operatoria y poner las órdenes médicas, por ejemplo.
Desarrolla tus hábitos quirúrgicos
A lo largo de estos años he descubierto que cultivar buenos hábitos quirúrgicos es fundamental para el éxito y la satisfacción de un cirujano. No subestimes su importancia porque no solo mejorarán la calidad de tus procedimientos, sino que aumentarán la seguridad y confianza en ti mismo.
En esta entrada he compartido algunos de los hábitos quirúrgicos que, por mi experiencia personal, considero valiosos. Tal vez los compartas, pero el objetivo principal de esta entrada no era darte un listado de consejos to take away, sino mostrarte mi filosofía a la hora de enfrentarme a la cirugía.
¡Ahora es tu turno! Busca y desarrolla tus propios hábitos quirúrgicos. Analízalos y mejóralos constantemente. Ensalzarán tu práctica quirúrgica y te convertirán en un mejor cirujano día tras día.
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