Eran las doce de la mañana cuando introduje mis resultados en la página post-MIR de CTO. Habían pasado cuatro días desde que me examiné y pude haberlo hecho antes. Lo cierto es que mi hermano me insistía una y otra vez hasta ponerme de mal humor, pero no me había atrevido. Sabía que cuando supiese mi puesto mi estado emocional viraría bruscamente, por lo que prefería relajarme unos días.
Al hacer click en “Enviar resultados” la página se bloqueó y tuve que cerrarla. Es un momento de gran tensión como para que además te regalen infartos en balde, así que lo dejé para otro momento.
Al día siguiente volví allí a la misma hora dispuesto a introducir de nuevo las respuestas, pero al parecer estas se habían guardado a pesar de lo ocurrido, con lo que los resultados me aparecieron de sopetón:
Posición estimada: entre un 5000 y un 7000. Percentil: 40
– ¡Mierda! ¡Puta mierda! – grité.
Un sudor frío recorrió mi cuerpo… ¡Uf! Os juro que ese momento jamás lo olvidaré. Supe que no había conseguido mi objetivo. Lo venía intuyendo con los últimos simulacros, venía sacando más o menos esas puntuaciones, pero supongo que la esperanza es lo último que se pierde.
Y lloré. Uno es muy fuerte para algunas cosas, pero hay otras que le superan. Y esto me superó con creces. Esa sensación de impotencia tras haberlo dado todo y quedarte a las puertas jode, y mucho.
Estuve unos minutos en mi habitación paralizado frente al portátil, con los ojos empañados. Me los sequé, respiré hondo para intentar relajarme y ya recompuesto, me fui al salón a contárselo a mis padres:
– Cagada, toca volver a repetir el examen MIR. A tomar por culo – les dije con una risa nerviosa.
– ¿Pero es seguro ya? – preguntaron al unísono preocupados.
– Sí, no hay nada que hacer, lo repito.
– Tranquilo, no pasa nada hijo, el año que viene será – me respondió mi madre.
Asimilando los resultados
Los primeros meses tras el examen fueron los peores. En mi caso supuso enfrentarme cara a cara, por primera vez en la vida, a la incertidumbre de mi futuro. A los estudiantes de medicina nos marcan demasiado el camino, no estaba acostumbrado a tomar desvíos.
Una de las cosas que más me agobió fue la insistencia de la gente en saber cuál era mi situación tras el examen. Lo que yo quería era desentenderme un tiempo y recuperarme, pero era imposible, todos los días alguien me recordaba el examen con sus preguntas:
– ¿Qué tal ha ido el MIR?
– No muy bien, he sacado plaza, pero no para lo que quiero, así que lo repito.
– ¿Pero es seguro ya?
– Sí, son resultados provisionales, pero no variarán mucho.
– Espérate hombre, a ver si suena la campana. Y si no siempre puedes coger otra cosa.
El diálogo era siempre igual de absurdo. Entiendo que la gente se preocupara por mí, agradezco su gesto de buena fe al interesarse por mi deriva, pero os mentiría si dijese que me ayudaban. Porque tras la conversación venía el recuerdo amargo de un mal trago demasiado reciente.
Probablemente la peor parte fueron las redes sociales. Ahora con la pandemia y la elección telemática ya no cabe la foto sonriente con el papel de la plaza y el Ministerio de Sanidad detrás, pero hace unos años era el clímax de todos los opositores MIR. Acabé abandonando Instagram porque el bombardeo diario de felicidad de los conocidos de mi facultad se convirtió en una fuente de envidia y rabia: ¿por qué yo no tenía plaza si había trabajado igual o más duro que ellos?
Dudas existenciales
Mi objetivo, por orden de preferencia, era Cirugía General, Ginecología y Oftalmología. Necesitaba menos de un 4000, ya que el lugar donde hacer la especialidad no me importaba.
Me planteé otras especialidades que podría haber cogido con mi número, especialmente Medicina de Familia. Creo honestamente que hubiese sido feliz en ella, pero preferí intentarlo de nuevo. Lo que quería, ante todo, era poder elegir sin ningún tipo de condicionante y ser el dueño de mi futuro, no autoengañarme.
No me asustaba repetir el examen MIR. Excepto los últimos meses, la preparación no fue especialmente agotadora. Al final llevaba mi rutina diaria como un trabajo normal. Si a ello le sumaba que al volver a prepararme andaría sobre un camino ya recorrido, con miles de preguntas hechas a mis espaldas, todos los manuales resumidos y las netas de base ya consolidadas, el camino no parecía especialmente escarpado. Al menos pensándolo de forma objetiva, otra cosa aparte era el factor psicológico.
Así pues, tras haber hecho balance de mi trayectoria, consideré que era capaz de mejorar mi puesto, por lo que decidí aprovechar el momento. Dejé pasar unos meses para relajarme y perder peso y volví a matricularme en la misma academia para intentarlo de nuevo.
Con esfuerzo, constancia, y algo de suerte, finalmente conseguí mi objetivo al año siguiente. Pero esto forma parte de otra historia.
¿Lo volverías a repetir?
Cada año, tras la publicación de los resultados del examen MIR, recibo algunos mensajes a través de Twitter de opositores que se están viendo en la misma situación que viví yo:
Hola Andrés. He hecho el examen MIR y no me da para lo que quiero. ¿Qué harías en mi lugar? ¿Lo volverías a repetir?»
Mi respuesta es sí, estoy convencido de que merece la pena repetir el examen MIR de forma consecutiva, al menos una vez. Siempre que económicamente te lo puedas permitir y creas que eres capaz de mejorar tu puesto, el mejor momento para intentarlo de nuevo es tras el tropiezo, cuando el esfuerzo y el sacrificio que necesites invertir sea menor, por el bagaje reciente que tienes a tus espaldas.
Poco a poco van pasando los días y con el descanso merecido, la nueva rutina de la academia y el apoyo de los compañeros que también lo repiten, muchos más de lo que uno cree al principio, empiezas a ver las cosas con más objetividad y serenidad.
Esto es solo la experiencia y opinión de alguien a quien le salió bien la jugada. Conozco muchos compañeros a quienes no les salió igual. Pero aunque no hubiese obtenido el resultado deseado, seguiría pensando lo mismo. Si tienes la posibilidad, merece la pena ser valiente e intentarlo una vez más.
Quiero agradecerte por tus palabras y por tus recursos, en su día leí un blog parecido a este q era tuyo igual. Tomé la decisión de repetir y ahora soy R1 de oftalmo, la especialidad que yo quería :), en el clínico de Valladolid.
De verdad muchas gracias por todo lo q aportas. Suerte en todo!
Gracias Santiago, agradezco mucho estos comentarios. Me alegra que finalmente pudieses elegir la especialidad que querías. 😉
¡Un abrazo!
Hola!
Me hizo muy bien leer este post, porque no tuve el resultado que esperaba en el MIR (nivel: uno de mis peores simulacros, horror, aún me cuesta creerlo) y aunque según estimación logro entrar en el cupo del 4% (soy extracomunitaria) y me alcanza para varias plazas, al parecer ninguna de ellas es de las que tengo como opción.
Me da una pereza ENORME volver a preparar el MIR y someterme a la frustración casi constante que implica realizar simulacros horribles, percentiles de mierda, y la sensación de insuficiencia que conlleva todo eso.
Pero estoy convencida de que uno tiene el poder de elegir lo que quiere en su vida, y de que de todo se aprende, así que posibilidades hay muchas.
La decisión de repetir es súper personal, pero creo que darse una oportunidad cuando logras identificar tus errores en la preparación (en estudio y/o en manejo de ansiedad y estrés, como en mi caso, que me hizo cagarla el día del examen) y teniendo más o menos claro el área de la medicina que te gusta, se hace menos duro retomar este camino para lograr coger la especialidad que realmente quieres ( aunque esto implique que probablemente lloraré y estaré súper estresada nivel +1000000 varias veces durante el año).
Ánimo a quienes no les fue como esperaban y están pensando qué hacer con sus vidas! No es el fin del mundo!